18 de septiembre de 2007

LOS PUMAS, EL TRES NACIONES Y EL NEGOCIO

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"El rugby es un negocio, y Los Pumas deberán demostrar que son un buen negocio. Yo creo que no". El que opina no es uno de los popes del International Rugby Board (IRB). Se trata de un jugador. De Aaron Mauger, centro de los All Blacks, el hombre que, por dar sólo un dato, entró en la historia el sábado al marcar ante Portugal el try número 200 para los de negro en un Mundial.
Mauger re refirió en esos términos cuando le preguntaron si no era momento de incluir a Los Pumas en una competencia internacional anual, más específicamente en el Tres Naciones. "No lo creo. Ya tener que viajar a Sudáfrica es complicado. Mucho más si hay que tomarse un vuelo de 14 o 16 horas. No estimo que sea necesario que Los Pumas jueguen el Tres Naciones".
El amigo Mauger aportó otra declaración: "El calendario ya es muy largo para extenderlo más, sobre todo para los jugadores que tienen familia". Típica postura de muchos rugbiers de estas épocas. Por un lado piden todos los beneficios del profesionalismo y, por el otro, quieren algunas ventajas del amateurismo. Si es un negocio, como dice Mauger, que lo sea en todo sentido. Por ejemplo, un All Black de primera línea gana unos 228 mil euros al año, y para este Mundial tienen asegurados 3.500 euros semanas por jugador y un premio extra de 50 mil euros per cápita si ganan la Copa del Mundo.
Los Pumas son absolutamente conscientes de esta realidad. Hoy le preguntamos al respecto a Mario Ledesma, quien, claro que en otro tono, dijo algo parecido a lo de Mauger: "Esto no se decide en la cancha. Nosotros en los últimos cuatro años les hemos ganado a casi todos. Pero se trata de un negocio y el rugby argentino no forma parte de él y no estoy seguro de que alguna vez lo sea", expresó el hooker.
Quizá esto responda a los muchos interrogantes que llegan desde la Argentina en ese sentido. Preguntan, y con razón, si Los Pumas podrán tener un lugar en el mundo después de la sensacional victoria ante Francia. Y la respuesta es no. Quedó claro cuando Morgan Buckley, pope del IRB, viajó al país hace unos meses. No sólo ni mencionó la posibilidad próxima de una competencia anual, sino que para tal fin prácticamente exigió, además de jugadores profesionales, "estructuras y dirigentes profesionales".
La Argentina está muy lejos del universo que hoy plantea el rugby. Esto es un negocio por donde se lo mire, aunque a veces ese negocio pueda ser entorpecido por los mismos Pumas o por ejemplos como el que está dando Georgia. Acá se está disputando un torneo que le dará como ganancia al IRB 400 millones de euros.
Un solo ejemplo: el partido inaugural fue visto en todo el mundo por 20,3 millones de teleespectadores. Apenas un 1.3 por ciento correspondió a la Argentina. Ese ranking lo lideró Francia con 69%, seguido por Gran Bretaña, con 19.5%.
La cifra de inversión publicitaria en la tevé de nuestro país de 28 millones de pesos, que para la economía doméstica es un número más que interesante, aquí es insignificante por los valores que se manejan. El IRB recibirá 40 millones de euros sólo de sus patrocinadores.
Claro que el negocio no todo lo puede. El IRB quiso manejar hasta la prensa, pero debió dar marcha atrás unas horas antes del comienzo del Mundial cuando las cinco agencias de noticias más importantes boicotearon la decisión de limitar el envío de fotos. O el problema con el que se topa ahora con la cerveza Heineken, que pagó 5 millones de euros para ser sponsor oficial y sus carteles deberán ser retirados de toda Francia porque violan la reglamentación que prohíbe todo tipo de publicidad de bebidas alcohólicas.
El negocio también choca contra algunas de las tradiciones del rugby que aún se mantienen, como la de preservar la intimidad del vestuario antes de un partido. TF1, la cadena local que tiene los derechos del Mundial y que, además, le pagó a la Federación Francesa 440 mil euros para seguir al seleccionado de este país a todas partes, filmó a los jugadores de les bleus destruidos después de la derrota contra Los Pumas, en pleno vestuario.
Clement Poitrenaud fue el primero en poner el grito en el cielo. Después se le plegaron sus compañeros. La Federación Francesa entonces dio marcha atrás y exigió que esas imágenes recién puedan ser emitidas después del Mundial. Pero, al mismo tiempo, no quiere cancelar el contrato con TF1. Lo están negociando. Como se hace todo en el rugby de hoy. Ese rugby que no contempla a Los Pumas.

Fuente: Jorge Búsico para la Nación.