21 de septiembre de 2007

EN FRANCIA OIRAN NUESTROS GRITOS

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MUNDIAL DE RUGBY :
UN ESCRITOR IMAGINA UNA FINAL ENTRE EL LOCAL Y LOS ALL BLACKS

Alan Dufflien Escritor neocelandés

Escuchen, franceses, los adoro; tienen los mejores vinos y la mejor cocina del mundo, las mujeres más bellas, más elegantes y más altivas. Y un estilo de vida que genera envidia en el mundo entero. Yo mismo pasé un mes en Villefranche-sur-Mer para aprender su idioma. Tres de mis novelas fueron traducidas al francés y valoro enormemente la admiración que ustedes sienten por la literatura, el arte, la arquitectura y en líneas generales su interés por un montón de cosas.
Pero en lo que al rugby se refiere, los detesto. Mi país entero los detesta. Y si nos tocara asistir, como creemos casi todos acá, a una final Francia-Nueva Zelanda, tendremos más razones todavía para detestarlos. Todos vamos a querer ver cómo muerden el polvo esos comedores de ranas con boina en ese partido. Nos deleitaremos viendo a su equipo temblar frente a un haka entonado con una ferocidad sin precedente.
Oirán nuestros gritos de protesta frente a sus jugadas deshonestas. Cuando entonemos "Off! Off!" estaremos reclamando la cabeza de uno de sus jugadores. Cuando nuestro dios y capitán Richie McCaw les saque la pelota, nos pondremos todos de rodillas para venerarlo. Pero cuando su tercera línea haga lo mismo, gritaremos "¡trampa!" Nos tiraremos de los pelos frente a la ceguera del árbitro de turno, seguramente pagado por los franchutes.
Si enfrentamos a Francia para la final, su propensión patológica al drop será abucheada por cuatro millones de neocelandeses. Nosotros marcamos los tries, mate. Hacemos mover la pelota, mate. Jugamos bien, mate. Mate es un término que nosotros, los Kiwis y Aussies, empleamos constantemente. Puede designar tanto al amigo como al enemigo, expresar simpatía o desprecio, todo depende del contexto y de la manera de decirlo. Un drop en una final de Copa del Mundo, no es una forma de ganar, mate. El drop de Wilkinson en 2003 puso en ridículo al rugby. ¿Cómo se puede ganar una Copa del mundo así, mate?
Todos los neocelandeses, sin excepción, se hallarán en un estado frenético, nervioso, agitados e inquietos. Seremos ciegos a todo salvo a las camisetas negras que expresan nuestro odio al enemigo. Y si por alguna maniobra vil consiguen obligarnos a jugar de blanco, les prometo que oirán nuestros gritos de odio a 20.000 km de distancia.
Yo, escritor, enamorado de Ravel y de Debussy, visitante asiduo del Louvre, fanático de la arquitectura, amante del buen vino tinto, yo que me deleito con esos programas televisivos dedicados a las grandes obras de ingeniería, muchas de las cuales son invenciones e innovaciones francesas, consideraré todo nulo y sin valor cuando jueguen los All Blacks.
Después de nuestra victoria, organizaré mi próximo viaje a mi país favorito. Mi amor por Francia y los franceses nuevamente intacto...

LE MONDE Y CLARIN, 2007

TRADUCCION: Cristina Sardoy