10 de agosto de 2008

FRIO

Es un momento en el cual es necesario tener fría la cabeza para no tomar decisiciones apresuradas ni apelar a jucios categóricos que impidan avanzar sobre la realidad. Es un momento en el que hay que actuar, también bajo esas premisas. Se acaba de vivir una película que se creía que estaba guardada en un archivo bajo doble candado. Pero a sólo 10 meses de la histórica actuación en Francia, Los Pumas sufrieron en Johannesburgo una de las derrotas más duras de su historia. Es preciso, a modo de introducción en esto que pretende ser un análisis, rescatar dos verdades: Los Pumas no son hoy el tercer equipo del mundo y quizá nunca más lo vuelvan a ser, y tampoco existe, en condiciones normales, una diferencia de 54 puntos con los sudafricanos. Sí está claro, una vez más, que en esta situación ya no se arriesga sólo el prestigio ganado por los jugadores, sino que sus propios físicos. Estos no son partidos de alto riesgo únicamente por el resultado.

En los días previos al test de ayer revisamos muchos choques en la historia Pumas-Springboks, pero no se citó uno disputado el 4 de diciembre del 2004, en Vélez. En aquella tarde calurosa, los argentinos la pasaron realmente mal y perdieron por 39-7, que hasta la de Johannesburgo era la goleada más abultada. Pero si se hace memoria, ese día el resultado no fue más catatrófico y los tries se frenaron en cinco y no llegaron a más de nueve simplemente porque los Boks bajaron los decibeles ya que esa misma noche iniciaban sus vacaciones. Recuerdo haber temido tanto por la salud de Gonzalo Tiesi (debutó con 18 años), de Alberto Vernet Basualdo, de Manuel Carizza y de Eusebio Guiñazú, entre otros, como ayer lo sentí cuando ingresaron Benjamín Urdapilleta y Alfredo Lalanne, a quien en la única pelota que tocó casi le vuelan la cabeza.

Ese partido se jugó en iguales condiciones que el de ayer. Fuera de lo que decide el IRB, por lo cual los clubes europeos tuvieron el vía libre para no ceder a sus jugadores. Agustín Pichot y Juan Martín Hernández estuvieron porque llegaron a un acuerdo personal con el Stade Francais, pero el plantel de 22 jugadores tenia a 17 amateurs y faltaron nueve titulares indiscutibles. Recurrí al archivo y me encontré escribiendo esto el final de esa nota: “los dirigentes argentinos deberán revisar cómo afrontan de ahora en más el mapa que ofrece el mundo ovalado. Enfrentamientos con tanta diferencia no le sirven de nada a estos jugadores amateurs que reciben los golpes de otros que juegan por dinero. Tampoco al crecimiento del rugby”.

Aquello fue hace menos de cuatro años y en el medio estuvo el Mundial. Por eso, sigue siendo cada vez más evidente que de la única manera que Los Pumas pueden afrontar partidos, especialmente con las potencias del Sur, es si se preparan física, mental y técnicamente como lo hicieron para Francia 2007. Y hoy por hoy eso es imposible. Es tanto el crecimiento que se va generando en el resto, que el régimen de viaticados es un tema antiguo y no existe ya un jugador del rugby doméstico que pueda competir mano a mano en el alto nivel. Miremos todo: no sólo les pasó a Los Pumas ayer; el M20 sufrió las diferencias abismales en el Mundial de Gales y el M18 las acaba de sentir con los ingleses. Las distancias son muy grandes y se agigantan día a día.

Es verdad que nadie quería jugar este partido salvo los dirigentes, pero hay que convenir que era muy dificil decirles que no a los únicos que hacen algo para la inserción del rugby argentino en el plano profesional. Sudáfrica podría haber elegido para la ocasión a otra selección o a un Barbarianas, pero apuntó a la Argentina. Y también era complicado rechazar un test de esta magnitud en el medio del reclamo por más competencia. Por eso, los jugadores, que son los que siempre van al frente, cambiaron su discurso y les pusieron el pecho a las balas diciendo que había que ir al cumpleaños de Mandela pese a que sabían, más allá de su corazón, que viajaban a la guerra sin balas.

¿Cómo se sale de este golpe de ayer? Por el lado del juego, en principio entender que las soluciones no pasan sólo por machacar que este flamante proceso que encabeza Santiago Phelan arrancó con tres derrotas y una victoria como si los resultados fuesen la única vía de análisis. En ese sentido, la caída ante Italia, por el rival y las circunstancias, fue más dura que la de los Boks. El cuerpo técnico y los jugadores, sobre todos los referentes, deberán revisar estos últimos meses y sumar más voluntades para primero encarar la ventana de noviembre en Europa y después para seguir formando el equipo del futuro. Hay que convencerse que estamos ante un cambio inevitable.

Pero las soluciones mayores no pasan por el juego. Hay un escenario que es el mismo que antes del Mundial y que apenas se modificó porque los popes del rugby se tuvieron que distraer un poco de sus negocios para ver qué hacían con la Argentina, a la que de ningún modo la esperaban en el podio de Francia. En ese mapa, la dirigencia argentina tiene que lidiar con situaciones altamente desfavorables, pero también es cierto que se sigue actuando sin celeridad y firmeza. Vale recordar que aún no se aprobaron los estatutos que permiten un mínimo acercamiento a ese rumbo súper profesional y que, por ejemplo, todavía no se anunció la designación del nuevo CEO, que fue adelantada por este blog hace ya dos semanas. Consulté a varias personas del ambiente del rugby y a otros de empresas vinculadas estrechamente a la UAR, y nadie sabe nada de Guillermo Accame.

Está claro que la designacion de un CEO no cambiará sustancialmente la situación, pero, además del plan estratégico, ya tendría que estar de hace un buen tiempo actuando activamente en los estamentos que manejan el rugby profesional.

Ese escenario mundial es sumamente complicado por dos razones harto sabidas: 1) Lo ideal sería tener una competencia regular en Europa, donde juegan todos los titulares de Los Pumas. Pero ahí, apoyados por el IRB que ubicó a la Argentina en el Sur -donde está situada, por otra parte-, no quieren saber nada con la idea; 2) Competir en el Sur, con las variantes del Súper 14 y el Tres Naciones. También hoy por hoy es imposible. No existe chance que desde Nueva Zelanda, Australia o Audáfrica contraten para sus equipos a jugadores argentinos ni tampoco que la UAR tenga a disposición a todos sus jugadores para no depender de lo que decidan los clubes de afuera.

Desde la UAR afirman, con buenas intenciones, que lo del Tres Naciones es un hecho. Sin embargo, la realidad demuestra que cada vez se está más lejos. Lo dijo el mismo Pichot, quien desinteresadamente y hasta postergando sus vacaciones, fue a la reunión de Wellington a dar una mano. Los intereses económicos aumentan día a día y los conflictos se van sucediendo. Los clubes europeos quieren ceder menos en la lucha por el poder con el IRB y la Sanzar afronta una delicada situación que necesita imperiosamente de otros horizontes, pero en los que se habla más de Oceanía, el Pacífico Sur o hasta de cambiar las reglas de marcado y empezaron a llevarse ellos a los del Norte. Argentina, está claro, no es negocio para nadie. Menos con su saludable intención de defender a rajatabla su amateurismo. Además, aunque parezca injusto y cruel, el resultado de ayer puede ayudar a retrotraer todo a como lucía antes del Mundial.

Por eso hay que ser inteligentes y no demorar más las decisiones que se deben tomar si es que se quiere en serio que Los Pumas puedan salir a la cancha en condiciones de igualdad con los grandes.

El sábado, la televisión ofreció dos imagenes: a la mañana, la de Los Pumas en Johannesburgo y, por la noche, el DVD del Mundial. Dos realidades absolutamente opuestas en 10 meses de diferencia. No hace falta decir cuál es la película que nadie desea volver a ver.

fuente: periodismorugby.com