9 de marzo de 2009

CORAZON PUMA, GENETICA AMATEUR Y VOLUNTAD ROMANTICA


La voluntad romántica de cambiar el mundo es una cualidad hereditaria de los Pumas. La rotación de nombres y el paso inevitable del tiempo jamás fueron obstáculos para detener su ímpetu. Respaldados en su genética amateur, los Pumas siempre fueron cultores del esfuerzo y la perseverancia, valores de acero en su propósito de romper el molde de un deporte gobernado por el vigoroso músculo financiero de las potencias europeas. Como hace dos años, en el inolvidable Mundial de Francia, las puertas del reconocimiento se le abren a la Argentina. Esta vez fue el equipo de seven el que demostró la nobleza de pelear por una causa propia, sin otro interés que divertirse y fortalecer el lazo afectivo que los une al país.
Lejos de la pompa y sin nombres de valoración popular, como los Pichot o los Hernández, el seleccionado de seven logró consistencia propia, aunque siempre siguiendo la huella del legado Puma. La grandeza no es un regalo, sino la conquista a la que precede un historial de sacrificios. Y detrás de este subcampeonato, envuelto de pena y dignidad por la caída en la final con Gales, se esconde un listado de esfuerzos y obligaciones relegadas sólo por amor al deporte.
En momentos en que el rugby doméstico está atravesando un importante período de cambio, el valor simbólico del logro se acentúa al mencionar que el plantel que brilló en Dubai está integrado en su plenitud por jugadores amateurs. El dato, tal vez anecdótico, no debería pasar inadvertido. Sobre todo, para una dirigencia que aplica las modificaciones que impone el progreso, pero que, a veces, olvida los cimientos en los que se sostiene este deporte en nuestro país.
Mientras que los millones de dólares que aporta la International Rugby Board tienen destino para unos pocos, el importante rol de los clubes vuelve a aparecer en la escena. A fin de cuentas, los clubes continúan con su infatigable fabricación de jugadores nobles y de valores, una característica que el mundo distingue de los rugbiers argentinos. Esta distinción permite comprender el esfuerzo hercúleo que hacen algunos jugadores por ser parte de los Pumas, un seleccionado que volvió a poner patas para arriba al rugby.

Por Nicolás Balinotti
De la Redacción de LA NACION