11 de noviembre de 2008

CALMA

Conviene en este momento olvidarse ya del ranking del IRB. Si se vuelve al cuarto lugar (hoy en manos de Inglaterra), bienvenido. Y si no se es cabeza de serie para el Mundial de Nueva Zelanda 2011, tampoco es grave. Quizá así se pueda terminar de admitir que el equipo que logró el tercer puesto en el Mundial del año pasado sencillamente ya no está. Que es otro proceso desde todo punto de vista. Que hay otro cuerpo técnico y que buena parte de los líderes del anterior equipo -nada menos que el capitán y el subcapitán- han dado las hurras. Entonces, es imprescindible mantener la calma para analizar a un seleccionado que recién lleva cinco partidos en cancha y apenas uno -el del sábado- en condiciones normales.

Reparemos un poco más en Los Pumas de bronce, los que ya no están: el equipo necesitó una maduración que costó ocho años y que se consumió un Mundial en el medio. Memoria: el mismo equipo con el mismo cuerpo técnico atravesó una dura eliminación en la primera rueda en Australia 2003 antes del tercer puesto en Francia 2007. Más aún: se pedía la cabeza de Agustín Pichot como capitán y de Marcelo Loffreda como entrenador. Más: ¿cuánto tardó Loffreda en conseguir resultados ante las potencias? El Tano asumió en el 2000, después del éxito en el Mundial del 99, y los primeros triunfos de envergadura llegaron a fines del 2001, con las victorias ante Gales y Escocia en el Reino Unido. Conclusión: un gran equipo tarda no menos de 6 años en explotar. Australia en el 91 e Inglaterra en el 2003 son apenas dos ejemplos.

Para ensayar algún análisis más serio de esta nueva etepa de Los Pumas al menos habría que esperar a que concluya esta gira por Europa. El test del sábado con Francia no fue positivo en el resultado, pero sí en algunos aspectos del juego. Seamos sinceros: Los Pumas podrían haber ganado en Marsella. Estuvieron cerca. Sin embargo, es peligroso atarse sólo a los resultados. El concepto no hubiese variado -desde aquí, claro- con un triunfo. Hay, aún, muchas cosas a corregir.

Lo que no se puede advertir todavía -uno debe manejarse sólo por lo que se ve en la cancha, ya que los entrenamientos están vedados a los periodistas- es cuál será la línea de juego que intentarán Los Pumas de aquí en más. Es verdad que las nuevas reglas obligan a nuevos esquema, pero aún no existe un patrón de juego visible como para determinar a qué juega este equipo. Si busca algo parecido a la era Loffreda -tremenda defensa y presión para obligar al error al rival- o un rugby de más dinámica y más juego de manos. Hasta ahora no hubo ninguno de los dos.

El test en Marsella dio muestras positivas en la defensa y en el scrum, lo que no es un dato menor. También en la disciplina, que se había disparado mal en los últimos partidos. Pero el equipo no muestra punch, no genera situaciones de try, al punto que no anotó ni uno en los tres últimos encuentros.

Será necesario que Juan Hernández, el jugador que todos quieren tener pero es nuestro, se ponga el traje de figura en el buen sentido. Que asuma el rol de manejar los tiempos del juego adentro de la cancha. Y que se aproveche el hecho de tener un tandem de lujo con Felipe Contepomi, que además es el capitán. El mellizo deberá ayudar a Juani como antes lo hizo Pichot. En ese sentido, el 10 también corre con ventaja: a ambos los tuvo al lado.

La presencia en el plantel de un protagonista de mil batallas como Mario Ledesma, que sigue no sólo por amor a la camiseta sino porque Phelan lo necesita en este proceso de recambio, debe tomársela como sumamente positiva, más afuera de la cancha. El hooker es un líder natural y nadie mejor que él para pasarla la posta a Patricio Albacete y Juan Fernández Lobbe, indiscutidos caciques del pack por categoría y personalidad. Esto de transmitir la herencia forma parte de la mística histórica de Los Pumas.

Ahora se viene Italia, un rival más que especial, con el que siempre es bueno anotarse con una victoria y con el que siempre es dolorosa una derrota. Seguramente el equipo se rearmará a causa de las lesiones. Podría volver Juan Leguizamón y es más que dudosa la presencia de Gonzalo Tiesi y Alvaro Galindo. ¿Qué pasará con Rodrigo Roncero, otro que es tan necesario como Ledesma en este proceso?

Hay que tener paciencia. Calma. No se puede pretender que este equipo brille como aquel del Mundial o que de un día para el otro, con nada de entrenamientos y con los problemas históricos latentes, estos Pumas estén ya en condiciones de ganarles a todos.

Habrá que esperar hasta después del test en Dublin con la siempre difícil Irlanda para poder realizar recién allí un primer balance. Y ese balance no debería guiarse por los resultados, sino por ver qué es lo que se propone adentro de la cancha y cómo se lo ejecuta. Por eso, además, sería conveniente también olvidarse del ranking. Para el próximo Mundial falta mucho.

FUENTE: PERIODISMORUGBY